Mamma Mia
Desproporcionadamente teatral, precisamente por ello, el "Mamma mia" versión cine se impone como una película muy bailable, autodefiniéndose más como un karaoke polifónico y no interactivo que como un relato fílmico en términos convencionales. Los números musicales no abandonan su papel tradicional de elementos vertebradores del relato, de puntos de inflexión dramático-románticos, pero tienen también la función de recreos bailados en plan homenaje desmelenado a la banda sueca. "Mamma mia" salta de canción en canción, como buscando en toda la acción para enchufar el jukebox y ponerse a dar botes de alegría.
De esta película es destacable el tratar tantas situaciones dramáticas y exageradas con tanta emoción y alegría, pero no porque las canciones estén precisamente hechas a medidas. Eso sí, el filme contiene un puñado de coreografías de lo más cool, en las que da gusto ver a Meryl Streep perdiendo la vergüenza con tantísimo estilo, certificar que Pierce Brosnan es un actorazo de esos que pueden con todo lo que le echen o que la jovencísima Amanda Sayfield tiene potencial estelar incalculable. "Mamma mia" es una película fiesta, donde todo Dios parece estar pasándolo en grande. El buen rollo es contagioso, las canciones son lo más de lo más y el empeño por perfilar el show como una colorista parodia hortera del musical tradicional son maravillosos.
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